jueves, 20 de agosto de 2009

CHATO, EL APACHE (CHATO´S LAND) 1972







Había vuelto a ver “Pelham 1,2,3” de nuevo, con la intención de escribir un pequeño comentario aprovechando el estreno del remake de Tony Scott y justo cuando empezaba a escribir las primeras líneas y merodeando al mismo tiempo por internet me encuentro con que el amigo Budokan en su blog “Otros clásicos” ya había colgado un texto sobre la película hace unos días. Como el artículo está muy bien y a mi no se me ocurre nada más que decir, pues simplemente os remito a su página para que lo leáis ("The taking of Pelham 1,2,3"). Así que sin nada que escribir se me ocurrió que podía ver alguna película realizada por aquellos años y que también estuviera firmada por algún realizador no muy afortunado pero que si hubiera realizado una buena película de género. Se me ocurrió que Michael Winner era un buen candidato y que su película “Chato el Apache” era un excelente film.


Es un western violento y extraño, aunque su argumento gire en torno a una pequeña anecdota. Chato, un indio mestizo, mata en defensa propia a un sheriff racista en un bar. Un grupo de hombres blancos de la zona se reunen para cazarlo y matarlo. Chato juega con ellos ya que los conduce al desierto, territorio donde vive con su mujer e hijos con la idea de desalentarlos en su persecución. Los blancos descubren a la mujer y la violan, logrando con ello que la ira de Chato se materialice en una venganza en la que no sobrevivirá ninguno de los cazadores.

El título original “Chato´s land” me parece mucho más acertado que el que se puso en España. Ya que esta tierra de la que habla es un elemento fundamental en el relato. Un territorio que se va a mostrar hostil y peligroso para los que se adentran en el. Winner y la dirección de fotografía de Robert Paynter juegan con este espacio que no da tregua mostrándolo seco, inhóspito, muerto... desde el punto de vista de los blancos y cambiante, flexible, vivo y hospitalario desde la posición de Chato, lo que por supuesto le da una gran ventaja.

El guión de Gerald Wilson es sencillo, pero enormemente hábil a a la hora de estructurar la narración y de mostrarnos a los personajes. Es muy interesante como nos presenta al gupo de hombres blancos dispuestos a abandonarse a su odio racial. A esta parte se la dedica un tiempo más que considerable y es importante porque vamos a conocer algunos datos sobre quienes constituyen este comité de linchamiento. Así vemos que uno de ellos, Jubal, era amigo del sheriff muerto, También descubrimos que el y sus hijos son una especie de bandoleros que se dedican a robar ganado. Otro es Quincey, un antiguo militar conferedado que se apunta al pelotón para comandarlo y revivir mejores tiempos. Un granjero recien llegado se apunta por pura presión social y otros por simple antipatía y odio de blanco a los indios, ya que en general todos sabían que el sheriff era un simple y torpe brabucón que se había buscado lo que se merecía. Este grupo sale fresco y compacto a por su presa a la que ya dan por cazada en pocas horas. En el transcurso del viaje los personajes, especialmente Quincey (estupendamente interpretado por Jack Palance), cuentan detalles sobre su vida. Quincey habla de su experiencia en la guerra y se muestra como un hombre resolutivo y experimentado. De Chato, sin embargo, el espectador sólo va a conocer aquello que ve, ya que no solo aparece durante breves minutos a lo largo de todo el metraje, sino que además su diálogo es mínimo. Sus acciones son las que nos dan la información: rápido con la pistola, dominador del terreno (el desierto), estratega, mantiene el control de la situación casí todo el tiempo. Aquí el guión juega una de sus mejores bazas, que es convertir al mestizo en una especie de brutal fantasma. Hay largos tramos sin la presencia física de Chato, sin embargo el espectador siempre tiene la sensación de que el personaje esta ahí, escondido, esperando... Así Chato pasa de ser una simple figuran que trata de sobrevivir a una especie de ser mítico, sobrehumano, una fuerza violenta e imparable de la naturaleza que castiga al hombre blanco por su soberbia y sus malas artes.

El film cuenta con una parte final magnífica y muy violenta, en la que tras la violación de la mujer, Chato va acabando uno por uno con todo el grupo. Pero antes de que esto ocurra el grupo de blancos ha perdido toda su solidez, apareciendo tensiones que acabaran enfrentándolos entre ellos mismos. Lo sorprendente para el espectador es que algunos de los que mueren a manos del propio hombre blanco son dos de los protagonistas, Quincey y Jubal, quedando para el final dos de los personajes que menor peso habían tenido en el relato. La venganza de Chato es terrible concluyendo la película con el último personaje corriendo sediento y cansado hacia una muerte segura en un territorio mortal. El plano aéreo de Chato dirigiendo al hombre hacia lo que será su tumba con el cañon de fondo es espeluznante.

Los actores están muy bien. Bronson muy metido en lo suyo. Pocas palabras y una expresión petrea que serían marca de la casa en otras colaboraciones con Winner como la de la serie "Death Wish"). Palance, el veterano James Whitmore o Simon Oakland están perfectos en sus respectivos papeles.

Una película muy entretenida y bien filmada que se situa en esa corriente de cine reivindicativo en el que los cowboys blancos son presentados como hombre viles y nada heróicos vistos en pelis como "Soldado azul" o "Pequeño gran hombre", además de sumarle la visión plástica de sangre y sudor del western europeo.

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